Si algo aprendí de esta experiencia fue el poder que tiene la resistencia, el sentido de comunidad y la necesidad de un cambio. Me he encontrado cara a cara con realidades duras e injustas, pero ninguna me había tocado tan profundamente como esta. Al volver a casa y al tratar de describir lo que dejé allí solo pude pensar en aquel infierno, infierno que no es tan angustiante como del que vienen ellos. Pero algo sí está claro: este es el único infierno donde los ángeles viven. 

Conocí a las personas más agradables, cálidas, abiertas y conscientes. Pese a que vivían en medio de la basura, pese a que dormían en tiendas de campaña que no fueron hechas para resistir los -2 grados que trajo febrero, pese a la espera y entre escalofríos, pude encontrar grandes sonrisas, rostros agradecidos, corazones abiertos y manos que ayudaban.

Traje dos historias que me dieron esperanza y me hicieron prometer que volvería, y mientras lo hago, encontraré formas para que el mundo sepa lo que está pasando allí, para que empecemos a forzar un cambio estructural que tanto se necesita. 

La primera persona que conocí me ofreció algo que he estado buscando desde que salí de mi país, me dio esperanza y me dejó con un sentimiento de resiliencia, porque al final como él dice: "no durará para siempre", y menos las cosas malas.  

Esto me lo dijo después de su duro viaje para llegar allí, viviendo en estas condiciones horribles y después de que su cita de asilo fuera movida por 9 meses, Sí, 9 MESES, y todavía me decía que estaba bien porque aquello “no durará para siempre”. Que mientras esto pase, él seguiría enseñando inglés a su amigo y como voluntario intérprete. 

Él es todo lo bueno que hay en el mundo, aún viviendo en un lugar que muestra nuestros mayores defectos como sociedad: la falta de empatía, el miedo a las diferencias, el poner el dinero sobre la vida, el desconocimiento de la historia, la historia única, entre muchos otros. Él es un ejemplo de la lucha que hace un buen corazón en un duro entorno. Esto demuestra que todos podemos ser buenas personas sin importar la realidad en la que vivimos, sólo tenemos que aprender a poner un NOSOTROS antes que el YO.

Después conocimos a un hombre sirio con una pierna que tropezaba y un corazón agradecido, lo conocimos mientras recogíamos basura, vino a decirnos que no podía ayudar pero que estaba muy agradecido por nuestro trabajo allí. Le preguntamos qué estaba pasando con su pierna, aparentemente tiene una prótesis de metal y los -2 grados de la noche anterior le causaron tanto dolor que casi no podía caminar. Allí caminar no es opcional, o caminas para recoger tu ración diaria o no comes. Esto me llevó de vuelta a cuando a mi padre le operaron la rodilla, el dolor en la noche por el frío, aunque estaba bajo una casa cálida con el cuidado amoroso de mi madre, estaba presente. No podía imaginarme cómo este hombre sobrevivió a la fría noche y aún le quedaba tanto calor en su corazón para agradecernos por recoger la basura como lo hacíamos. Me dejó pensando cuánto de él son mis padres, cuánto yo podría ser uno de los niños temblorosos, si no fuera porque tuve la suerte de nacer en otro país y sobre todo en mi familia, esto significa que lo único que nos diferencia a nosotros "los afortunados" de ellos, es lo que se jugó en el universo justo antes de que naciéramos, eso que nos envía a una realidad diferente. 

Así que ten en cuenta que ellos podrían ser tú, tu familia, un amigo. Comencemos a tratar a estas personas como si fueran nuestros seres queridos, luchemos por un cambio de política como si fuera tu hermana a la que le violaron sus derechos, abramos nuestras manos para darles la bienvenida, como si fueran nuestros padres después de mucho tiempo sin ser vistos, entendamos que son tan humanos como nosotros. Así que luchemos para que ningún derecho humano pueda llamarse derecho hasta que no nos proteja a todos, hasta entonces solo sea privilegios de los "afortunados".