Sobre Colombia

Sobre Colombia

Las Dos Caras del Desarrollo 

“Habiendo superado en gran medida la inestabilidad y la violencia que la han asolado desde mediados del siglo XX, Colombia es actualmente una de las economías más dinámicas y de mayor crecimiento de América Latina. (...) Habiendo evitado las recesiones que han afectado a muchos países latinoamericanos en los últimos años, Colombia parece que va a seguir creciendo a un ritmo impresionante en el futuro próximo” (Lonely Planet, 2015: 284).

Esta presentación de Colombia por parte de la biblia de los mochileros, 'la Lonely Planet', resume la historia de un país que ha vivido una historia extremadamente violenta, mientras que actualmente se ha levantado de su oscuro pasado y ha entrado en una era de prosperidad. Sin embargo, el desarrollo reciente de Colombia no ha sido tan unilateral. 

El propósito de este perfil de país no es criticar, sino revelar los diversos factores que han hecho que mucha gente en Colombia se quede atrás en su progreso. Porque sólo cuando entendemos un problema en su raíz podemos empezar a solucionarlo. 

Un Pasado Violento

Gary Leech señala que "aunque la historia de Colombia se asemeja a la de otras naciones latinoamericanas en muchos aspectos, hay algunos aspectos únicos en el país que lo han impactado política, social y económicamente"” (Leech, 2011: 4). Por ejemplo:

“A diferencia de cualquier otro país de América Latina, las principales ciudades de Colombia -Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla- están separadas entre sí por vastas extensiones de imponentes picos montañosos y densas selvas tropicales de tierras bajas. Muchas de las regiones provinciales de Colombia se desarrollaron relativamente aisladas de la capital, Bogotá. Antes del siglo XX, se tardaba menos tiempo en viajar desde la ciudad portuaria caribeña de Cartagena a través del Océano Atlántico hasta París que a la capital del país, asentada en una sábana a 8.600 pies de altura en las montañas de los Andes” (Ibid).

Debido a este aislamiento geográfico, el gobierno de Colombia ubicado en Bogotá, nunca controló completamente todo el territorio colombiano (Leech, 2011: 5). Cuando las poblaciones rurales tuvieron que lidiar ocasionalmente con el gobierno, esto se produjo a menudo con una violenta represión (Ibid.) Los académicos Villar y Cottle señalan que, a diferencia de otros países latinoamericanos, Colombia ha permanecido "profundamente dividida geográfica y políticamente": "Tras las guerras de independencia de España, Colombia experimentó catorce guerras civiles, numerosos levantamientos campesinos, dos guerras con el vecino Ecuador y tres golpes de Estado" (2011: 18).


En el siglo XX, Colombia también ha sufrido una gran violencia, causada por una guerra civil entre el gobierno, las milicias guerrilleras, los paramilitares, los infames cárteles de la droga y varios actores extranjeros, como el gobierno estadounidense y las empresas multinacionales. Esta historia de fondo no es el lugar para un análisis completo de la violencia en Colombia y las responsabilidades de cada parte. Sin embargo, es importante analizar lo que se ha calificado como la solución de una situación que en su día se consideró irresoluble. 

En el año 2000, el presidente estadounidense Bill Clinton autorizó el "Plan Colombia", "un paquete de 1.300 millones de dólares estadounidenses para la guerra contra las drogas con asistencia militar que incluía helicópteros, aviones y entrenamiento, un esfuerzo masivo de guerra química y biológica y tecnología de vigilancia electrónica" (Villar & Cottle, 2011: 107). Desde el Plan Colombia, Estados Unidos ha invertido aproximadamente 500 millones de dólares anuales en asistencia a Colombia (USAID, 2013), dejando un total de 9.300 millones de dólares entre 2002 y 2014 (Isacson, 2014).


Oficialmente, el Plan Colombia fue motivado para detener la inundación de cocaína en el mercado estadounidense (Villar & Cottle, 2011: 107). Sin embargo, varios han argumentado que el verdadero objetivo del Plan Colombia era la creciente amenaza de la milicia guerrillera de izquierdas llamada FARC (Ibid.). Por ejemplo, una de las tácticas del Plan Colombia fue atacar los campos de coca con agentes bioquímicos, lo que tuvo consecuencias devastadoras para el medio ambiente (Ibid: 129). Sin embargo, sólo las zonas controladas por las FARC han sido objeto de estos agentes (Ibid.). ). Y a pesar de esta guerra contra las drogas, la industria de la droga sigue generando un beneficio anual de casi 9.000 millones de dólares estadounidenses (Højen, 2015). Un informe de la ONU de 2018 mostró que en 2017 la producción de cocaína alcanzó su máximo histórico (UN, 2018). Observando las estadísticas, la guerra contra las drogas "no ha reducido la cantidad de coca cultivada ni la cocaína exportada" (Villar & Cottle, 2011: 177).


Además, junto al Plan Colombia, los gobiernos colombianos han adoptado políticas neoliberales que han integrado aún más a Colombia en la economía global (Maher, 2018: 71). "El presidente Uribe apoyó la introducción de los programas de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional (FMI), la privatización y la adhesión de Colombia al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)" (Villar & Cottle, 2011: 110). "Las políticas neoliberales tuvieron un profundo impacto en la economía y la estructura social colombiana, creando una poderosa clase transnacional de empresarios e inversores" (Ibid: 111). Estas políticas han hecho a Colombia más atractiva para la inversión extranjera (Maher, 2018: 95) y han provocado una enorme afluencia de países multinacionales al país.

Junto con las políticas neoliberales, los gastos de seguridad también han aumentado en Colombia, creando un entorno más favorable para los negocios (Maher, 2018: 95). Según el Banco Mundial, esto ha llevado a una reducción de la violencia en todo el país (Ibid.). De hecho, las cifras muestran una disminución general de la violencia (Gutiérrez, et al., 2013: 3135). Como se muestra en el siguiente gráfico, especialmente la ciudad de Medellín que alguna vez fue apodada "la ciudad más peligrosa del mundo" ha experimentado una transformación masiva, ya que su tasa de homicidios está ahora por debajo del promedio del país.


Estas estadísticas confirman el análisis de la Lonely Planet citado al principio de este documento: Colombia ha superado su pasado violento y es ahora una de las economías más prósperas y de más rápido crecimiento de América Latina. En 2016 las FARC y el gobierno colombiano alcanzaron un acuerdo de paz, poniendo fin a la insurgencia armada más larga de América Latina(Gigova & Quiñones, 2016). El presidente Juan Manuel Santos recibió incluso el Premio Nobel de la Paz "por sus decididos esfuerzos para poner fin a los más de 50 años de guerra civil en el país"(nobelprize.org). El siguiente gráfico muestra el legado del conflicto.

"Seguro Para el Negocio, Pero No Para la Gente"

Sin embargo, esto no significa que todos los problemas hayan quedado en el pasado. Gutiérrez et al. señalan que, aunque la violencia en Colombia ha experimentado un importante descenso, la pobreza y la desigualdad no han disminuido (2013: 3146). Por el contrario, en las últimas tres décadas, los niveles de pobreza y desigualdad han aumentado (Aviles, 2006: 90). Además, si bien la violencia general ha disminuido, el abogado de derechos humanos Dan Kovalik explica que "el asesinato de activistas sociales, políticos y de derechos humanos en realidad está aumentando en Colombia" (2017). De hecho, más de 1.000 organizadores comunitarios y activistas han sido asesinados desde la firma de los acuerdos en noviembre de 2016. Díaz y Jiménez creen que la mayor parte de estas muertes y amenazas de muerte se deben a los paramilitares que no han sido desmantelados durante el proceso de paz en Colombia (2018).


Ha habido algunos casos en los que las empresas transnacionales han pagado directamente a los ejércitos paramilitares para proteger sus actividades comerciales. Por ejemplo, la empresa bananera suiza Chiquita,

se declaró culpable de haber pagado a los grupos paramilitares 1,7 millones de dólares durante un período de 7 años, entre 1997 y 2004, y de haberles dado 3.000 fusiles Kalashnikov. (...) Miles de personas fueron asesinadas por los paramilitares a los que Chiquita pagó” (Vaz, 2017).

Chiquita sólo fue multada con 25 millones de dólares y sigue produciendo banano en Colombia (Ibid.). Además, entre 1996 y 2006, los paramilitares fueron responsables del asesinato de 3.100 personas y del desplazamiento de 55.000 personas en la región minera de Colombia (Het Parool, 2016). Los paramilitares han testificado que fueron pagados por las empresas mineras, que proporcionan el carbón que calienta muchos hogares occidentales, incluidas las principales distribuidoras de energía holandesas como Nuon y Essent, vinculando así "el consumo de electricidad de Ámsterdam a los asesinatos de colombianos pobres" (Ibid.).


El desplazamiento es otro problema importante en Colombia. Como resultado del conflicto colombiano hay más de 7,7 millones de desplazados internos en Colombia (UNHCR, 2016). Después de Siria, esta es la cifra más alta del mundo. Muchos desplazados se trasladan a las grandes ciudades solo para vivir en la pobreza extrema, y sin ninguna seguridad social. Louise Højen la llama la "crisis invisible" de Colombia, siendo una de las principales amenazas para su desarrollo básico en el futuro próximo (2015).


Y, de hecho, desde la administración del actual presidente Iván Duque, la guerra se ha reavivado de nuevo, ya que muchos antiguos militantes están descontentos con el cumplimiento de las promesas del acuerdo de paz de 2016 por parte del gobierno.



Avilés concluye que las reformas políticas y económicas de las últimas décadas han dado lugar a la institución deAviles concludes that the political and economic reforms of the last decades have resulted in the institution of

una nueva forma de gobierno de élite concomitante con las exigencias de la globalización capitalista, en la que el papel interno de las fuerzas armadas sigue siendo prominente, la desigualdad económica y las privaciones siguen siendo desafíos continuos, y el comportamiento democrático de los Estados está condicionado por los intereses transnacionales” (Aviles, 2006: 147).

Aunque Colombia ha pasado por grandes transformaciones desde los tiempos de Pablo Escobar y el apogeo del conflicto, Maher subraya: "Cuando se dice que la seguridad ha aumentado en Colombia, hay que preguntarse: ¿Seguridad para quién?" (2018: 96). El titular de un artículo de Ricardo Vaz, plantea una respuesta clara: "Colombia es segura para los negocios, pero no para las personas" (2017).

Share by: